De turismo por Madrid

Andrea es una chica alemana muy viajera. 

ANDREA

 


Durante la semana ha estado haciendo turismo por Madrid. Le encanta ver monumentos, perderse por las callejuelas del centro y sobre todo conocer gente local y disfrutar del día a día de la ciudad.
 












 



Aunque aún hace un poco de frío, dice que para ella "esto no es nada comparado con Friburgo..." y aprovecha el más mínimo rayo de sol para quitarse el abrigo y disfrutar del calorcito en la piel. Y es que como todos sabemos, el sol de invierno es el que mejor sabe.

Esta noche hay un concierto de uno de sus grupos favoritos en Las Ventas, así que no puede perdérselo. Es una coincidencia que no puede desaprovechar. 

 

 
















Después de tomar unas tapitas con sus amigos, se han ido a hacer cola para sacar las entradas... ¡Está ansiosa por que llegue la hora!







 

Esperamos que se lo pase muy bien. Y después del concierto, tendrá que descansar bien, pues mañana le espera un largo viaje de regreso a casa. Seguro que se lleva con ella un montón de buenos recuerdos de estos días. 

 ¡Vuelve cuando quieras, Andrea!

Podéis ver más muñecos de este tipo aquí. 

Gaia, duendecilla del bosque

GAIA

Érase una vez una duendecilla llamada Gaia, que vivía en un bellísimo y frondoso bosque. 

Cada mañana, desde lo alto de su casa-árbol, observa el paisaje que formaban las hojas y ramas de abetos, pinos y castaños. 

 

Podía pasar horas sentada en su rama favorita, escuchando el rumor del viento y la hermosa melodía que componían los animales del bosque. 

 

A veces recibía la visita de su amiga la ardilla, quien compartía con Gaia los piñones y castañas que encontraba. Juntas disfrutaban de los sabrosos frutos que la naturaleza les ofrecía.

A Gaia le fascinaban las mariposas y sus alas multicolores. Como era muy querida en todo el bosque, las mariposas decidieron darle una sorpresa y le hicieron un hermoso vestido dibujando sus siluetas con una pintura natural que fabricaron con el polen de las flores. 

 

Una de las cosas que más le divertían era jugar al escondite con el búho. El lugar favorito de Gaia para ocultarse eran los brotes verde-amarillentos  de las coníferas. 

 

Con su nuevo vestido, se camuflaba perfectamente y reía sin parar viendo como el búho pasaba por delante una y otra vez sin encontrarla.

Al caer la noche, sonreía y daba gracias por haber podido admirar y disfrutar de toda esa belleza un día más. Entonces, se resguardaba en su saquito para estar más calentita y, apoyada sobre una alfombra de hojas y pardas agujas de pino, cerraba sus ojitos y dormía plácidamente hasta el amanecer, sintiéndose protegida por todos los habitantes del bosque.

 Podéis ver más muñecos de este tipo aquí.