miércoles, 15 de enero de 2014

Gaia, duendecilla del bosque




GAIA



Érase una vez una duendecilla llamada Gaia, que vivía en un bellísimo y frondoso bosque. 

Cada mañana, desde lo alto de su casa-árbol, observa el paisaje que formaban las hojas y ramas de abetos, pinos y castaños. 


 



Podía pasar horas sentada en su rama favorita, escuchando el rumor del viento y la hermosa melodía que componían los animales del bosque. 

















 



A veces recibía la visita de su amiga la ardilla, quien compartía con Gaia los piñones y castañas que encontraba. Juntas disfrutaban de los sabrosos frutos que la naturaleza les ofrecía.
















A Gaia le fascinaban las mariposas y sus alas multicolores. Como era muy querida en todo el bosque, las mariposas decidieron darle una sorpresa y le hicieron un hermoso vestido dibujando sus siluetas con una pintura natural que fabricaron con el polen de las flores. 








 
Una de las cosas que más le divertían era jugar al escondite con el búho. El lugar favorito de Gaia para ocultarse eran los brotes verde-amarillentos  de las coníferas. 



 









Con su nuevo vestido, se camuflaba perfectamente y reía sin parar viendo como el búho pasaba por delante una y otra vez sin encontrarla.























Al caer la noche, sonreía y daba gracias por haber podido admirar y disfrutar de toda esa belleza un día más. Entonces, se resguardaba en su saquito para estar más calentita y, apoyada sobre una alfombra de hojas y pardas agujas de pino, cerraba sus ojitos y dormía plácidamente hasta el amanecer, sintiéndose protegida por todos los habitantes del bosque.










 Podéis ver más muñecos de este tipo aquí.






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