LA RANA RAMIRA |
Encima de un nenúfar, en el borde del estanque del parque, vivía la Rana Ramira.
Todos los días, cuando Guadalupe pasaba por delante mientras daba su paseo matutino, la miraba de lejos y deseaba poder acercarse a ella.
Pero por más que hacía gestos con las manos y emitía esos "gruñiditos" tan particulares, única comunicación verbal que conocía por entonces, su madre no la entendía.
EL DOU DOU DE GUADALUPE |
Mañana tras mañana Guadalupe esperaba el momento en el que su madre, que la llevaba bien pegadita a ella en una cómoda bandolera, se levantaba del banco en el que ambas descansaban para tomar el caminito que sale a la izquierda del viejo sauce.
Justo antes de llegar a la fuente de los peces, su madre se paraba unos instantes a contemplar los patos del estanque. Pero nunca se fijaba en la ranita que había casi a sus pies.
Desde su nenúfar, Ramira croaba con todas sus fuerzas para captar la atención de Laura, la mamá de Guadalupe, con la intención de hacerla agacharse y poder ver de cerca la cara del bebé.
Así, Guadalupe y Ramira vivían su particular relación esperando poder conocerse algún día.
Hasta que por fin, una soleada mañana de verano, Guadalupe dejó caer su dou dou justo en el momento en que su madre se paraba frente al estanque.
En ese mismo instante, la rana Ramira saltó sin pensárselo encima del muñeco. Saltó con tanto ímpetu que incluso arrancó el nenúfar, que se le quedó pegado a las patitas.
Cuando Laura cogió el muñeco para dárselo a su pequeña, Ramira se agarró a él con todas sus fuerzas para no caerse.
Y así, de esta forma tan peculiar, acabó finalmente el desencuentro entre nuestras dos amigas, que prometieron no separarse nunca jamás.
Y colorín colorado...
No hay comentarios:
Publicar un comentario