Recuerdo una
caja de latón que guardaba de pequeña en mi habitación. La sacaba siempre que
venían amigas a jugar a casa, y también cuando estaba sola. Estaba llena de
pequeños vestiditos de papel con unos bordecitos blancos que se doblaban y se
enganchaban en el cuerpo de una muñeca, también de papel.
"¿Jugamos a las
Mariquitas?"
Las combinaciones de vestuario eran infinitas y podías dar
rienda suelta a tu creatividad sin que nadie te llamara hortera porque la ropa
no conjuntaba. Superponer capas y capas, mezclar faldas de lunares con camisas
de rayas, gorro de lana con camiseta de tirantes... si los mejores modistos
podían hacerlo en sus pasarelas, ¿por qué no iba a poder hacerlo yo?
Hace tiempo
que quería hacerle este juego a Nora. Ha sido un trabajo largo pero muy bonito
y Nora parece estar contenta con el resultado.
Con este libro estrenamos nuestra sección "Otros Trapitos". Os
presentamos a Matilde y su gato Rufo. Esperamos que os guste...
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